Muchas veces hemos escuchado la palabra «algoritmo» y puede que algunos de nosotros sepamos a rasgos generales su definición, pero no conozcamos su funcionamiento y uso.
Para empezar definamos «algoritmo». Un algoritmo es una fórmula, un conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo y hallar la solución a un problema; un código que procesa información para llegar a un resultado, cuyos componentes esenciales son los datos que necesita para dichos cálculos.
Pero, para que sirven y cuál es su importancia?
La era de la tecnología actual y el uso masivo de Internet en nuestro día a día define la importancia de este proceso y sus fundamentos en los algoritmos.
En general, los algoritmos se utilizan para resolver problemas estáticos, en los que los datos de entrada y salida se conocen y no se modifican en el tiempo.
Todo proceso de búsqueda en Internet está condicionado por el uso de algoritmos; nuestras búsquedas, gustos e intereses quedan almacenados en objetos que cumplen unas características y lógica algorítmica.
Desde gadgets electrónicos, teléfonos móviles, tarjetas de crédito, hasta transacciones financieras. Todas ellas están funcionando bajo lógica algorítmica.
Por ejemplo, los algoritmos nos pueden ayudar a ubicarnos en un mapa, encontrar un empleo, pareja o lo que se nos ocurra. Son, por tanto, la base de la programación informática y la clave del éxito de empresas como Facebook, Google, YouTube, y Amazon entre muchos otros.
Los algoritmos se convierten en datos que almacenan información personal que debe ser tratada de forma confidencial.
El pasado día 13 de abril , el Centro del Carmen de Valencia inauguró la exposición «Los algoritmos suaves» que combina videoarte y esculturas que invitan a reflexionar sobre la influencia de los códigos de la inteligencia artificial en la vida cotidiana. Casualidad o coincidencia, la muestra coincide con la polémica sobre el uso comercial o político de datos personales en redes sociales como Facebook, cuyos algoritmos «limitan la percepción de la realidad y el mundo y suponen una metacensura, ya que se establecen a partir de los gustos de los internautas», según señalaba el director del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana, José Luis Pérez Pont.
Los algoritmos, implican «una forma suave de intervenir en nuestras decisiones» y «están trascendiendo mundialmente» afirma Pérez Font, ya que los gestionan «empresas con intereses económicos y geopolíticos».
El comisario de la muestra, Rafael Barber, mencionaba que el auge de estos códigos coincide con un «momento de crisis», en el que «se impulsa el fascismo y se acentúa el cambio climático», entre muchos otros problemas. Según Barber, los algoritmos suaves plantean el hecho de que «una inteligencia artificial no puede hacer arte», pero no busca «posicionarse a favor o en contra de los algoritmos, sino representar qué podemos hacer dentro de ese discurso».