Google y Levi Strauss lanzan al mercado una cazadora vaquera que cuenta con controles táctiles desde la que poder realizar tareas en el smartphone. Se trata de Levi’s Commuter Trucker, una prenda diseñada para que el usuario permanezca conectado en todo momento.
El tejido electrónico Jacquard de Google permite al portador de esta chaqueta inteligente interactuar mediante gestos. De esta forma, el usuario puede realizar tareas con el teléfono móvil mediante la propia prenda, como reproducir música o abrir el navegador, entre otras opciones.
El proyecto pretende diseñar prendas tecnológicas o inteligentes. El secreto de esta «cazadora» se encuentra en sus 15 hilos conductores que van entretejidos en la tela y que confieren sensibilidad al tacto.
Esta primera chaqueta vaquera está disponible únicamente en algunos puntos de venta en EE.UU, y su precio es de 350 dólares.
Acerca de la «ropa inteligente» se han visto numerosos proyectos. El más reciente, el de Nike que ha conseguido integrar en unas camisetas un chip NFC para obtener información útil para generar estadísticas de los jugadores de la NBA. Intel, el gran proveedor de componentes informáticos, diseñó Butterfly Dress, un vestido con sensores de proximidad y fibras ópticas para crear asombrosas representaciones si se estimula con impulsos eléctricos externos. Por otro lado, El Instituto Tecnológico Textil, ha desarrollado un nuevo tejido para la ropa del bebé que se caracteriza por sus propiedades antimicrobianas y su elevado nivel de protección frente a la radiación ultravioleta.
¿Tiene sentido la ropa inteligente? «Los usos de los wearables necesitan diferenciarse de aquello que ya ofrecen los smartphones», sostiene Angela McIntyre, de la consultora Gartner. En el caso de Google y Levi’s, que dos empresas antagónicas se unan para meterse en el mercado de la moda inteligente es una decisión «muy buena» para Pedro Diezma, fundador y responsable de la empresa española Zerintia, que se encarga de desarrollos para «wearables».
En su opinión, a la «moda inteligente» aún le queda tiempo para su boom comercial, pero si surgen nuevas alianzas entre empresas textiles y tecnológicas puede «incentivar a que otras marcas del sector se lancen». El estado de esta tecnología se encuentra, por ahora, en una fase experimental.
Dado su fuerte componente experimental, su evolución dependerá, de la capacidad para resolver tres de los principales obstáculos.
Uno de ellos es, la duración de sus baterías. La escasa autonomía puede disminuir su eficacia y uso. Además, los expertos definen otros problemas adicionales, el verdadero uso y el precio. «También es una parte de que esos sensores y esa información te sea útil, te ahorre tiempo o que dé una información que sea valiosa», insiste Diezma.
Por esta razón, para convertirse en un producto de gran consumo «todavía no está preparado, porque tiene su coste añadido y tendrá una serie de limitaciones, pero es un buen momento para poner en primera línea lo que la ropa puede hacer si la tecnología está mas cerca.